desde el reloj de arena
que reflejan sus ojos.
Y yo,
como burbuja de jabón, liviana,
para entregarme entera,
a la hipnótica palma de su mano.
que conoce mi piel como a su pueblo
ha dicho que me ama.
Y yo,
me fundo en el calor de sus inmediaciones
para morir con él,
en el frágil temblor de los desequilibrios.
Un hombre sin disfraz,
quiere viajar conmigo
hasta el final más denso
del revés de mis mundos.
Y yo,
sólo quiero quedarme en sus pupilas.
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