Xabi Lasa Berriozar Bai
La llegada del año nuevo –y el final del viejo- ha sido siempre objeto de
celebración calurosa en nuestra cultura. Llama la atención cómo, en estos tiempos de iconoclastia, el acontecimiento sigue teniendo éxito y raigambre en un mundo que camina cada vez más centrado en lo visible y menos preocupado por lo etéreo. Porque, en realidad, el canon de los años es algo de lo menos objetivo y más arbitrario que existe: ha cambiado varias veces en la historia y de hecho hoy día se contabiliza distinto en gran parte del mundo, en culturas tan extendidas como la árabe o la china, que ni tan siquiera coincide con la nuestra en el día de cambio. En realidad hablar de “año nuevo”, y más aún de 2010, es algo muy relativo.
podríamos calificar como psicológica o psico-sociológica, lleva a la conclusión de que en este complicado engendro al que llamamos ser humano persiste todavía una necesidad ineludible de esperanza (perdón por la palabrota). Esperanza que se traduce, en primer lugar, como el deseo de expiación de los males que nos asedian, sean éstos de lo más prosaico –dejar de fumar, incrementar la cuenta corriente o transformar nuestro cuerpo en un símbolo sexual a base de gimnasio-, hasta lo más altruista, como mejorar las relaciones con nuestros semejantes, acabar con la injusticia social o derrotar al hambre y a la enfermedad. En segundo lugar, esperanza se podría traducir por anhelo de
lo definitivo, de lo “definitivamente bueno” en términos morales. Así, la llegada del año nuevo nos posibilita (simbólicamente, claro) liberar nuestro deseo de ser en plenitud. Se trata de la rebelión interior contra nuestros límites (físicos, morales o ideológicos) y la proclama de que nuestro caos existencial desaparece y el Ser se impone definitivamente a la Nada. Venceremos a la muerte.
Esta filosofía se pone de manifiesto en los ritos sociales de nochevieja y año
nuevo. Nos encontramos con que unos liquidan el año atragantándose de uvas y lanzando cohetes, otros liberando sus instintos carnales entre disfraces y alcohol, algunos beben el primer agua que sale de la fuente y también hay quien sube andando hasta la cima del monte. Unos ritos son más genuinos y otros más genéricos, aunque todos reflejan el ansia de cambio hacia lo pleno.
Pero... ¿A qué viene todo este rollo en una reflexión de intenciones políticas?
Pues simplemente quiere servir de introducción para constatar que la política no escapa a lo descrito sino que participa en esencia de todos esos deseos e interrogantes. Es más, la acción política es uno de los espejos más claros donde se reflejan las contradicciones de los grupos humanos y, por consiguiente, donde más resaltan sus fracasos.
Dejemos ahora la navegación en alta mar y atraquemos en el pequeño puerto del Ayuntamiento de Berriozar. Desde una mirada superficial podría parecer que para NaBai 2009 ha sido un “annus horribilis” y que haberlo finalizado vivos (políticamente hablando, se entiende) es ya un éxito. Para mí esa afirmación no es correcta. Que lo hayamos pasado mal no significa que 2009 no haya sido enriquecedor. Todo lo contrario. Antes de quemar el año viejo creo que es necesario rescatar unas cuantas cosas a mantener para el que viene: todo lo aprendido, la capacidad de resistencia adquirida, la firmeza que se asienta en principios políticos, el valor del trabajo constante y, sobre todo, esa perspectiva de totalidad que acompaña nuestras decisiones y que ha imbuido nuestras acciones en todo momento, hasta cuando nos hemos equivocado, que también lo hemos hecho. No nos vamos de 2009 con las manos vacías y lo primero que pedimos al año nuevo es que mantenga vivas las conquistas logradas. Pero no nos conformamos con ellas. Por eso queremos expresar nuestra esperanza ante el nuevo año sabiendo que todo lo que deseamos está ya presente pero necesita arraigarse entre nosotros con más fuerza. Así, quisiera que en 2010 nuestro trabajo político fuera mucho más de grupo, porque está demostrado que en el campo de batalla la fuerza de las decisiones colectivas es nuestra mejor “poción mágica”, la que nos hace superar los sentimientos de soledad. También quisiera que nuestro contradictorio día a día se enmarcara siempre en miradas largas: estamos asentando las bases políticas de una nueva forma de plantear el trabajo municipal en Berriozar, lo hemos rescatado de la desidia y del oportunismo y vamos poco a poco convirtiéndolo en algo efectivo y participativo. Me gustaría que el trabajo de NaBai sirva para que todos nuestros convecinos/as sientan que en adelante el Ayuntamiento seguirá siendo el instrumento político más útil en sus manos para conseguir que sus sentimientos a favor del pueblo tomen cuerpo en hechos reales. Y, para finalizar, desearía una mirada constante, en perspectiva, en nuestro quehacer diario: que seamos capaces de trabajar con la vista puesta en el horizonte. Eso significa creer en nosotros mismos y empezar también a
creer que el estilo político viejo y oscuro que lleva dos décadas asentado en el poder de las instituciones navarras ha comenzado a quebrarse y el cambio hacia la paz en nuestro pueblo, hacia el respeto a las culturas, hacia la igualdad social, hacia el final de este capitalismo que genera constantes crisis y sufrimiento, hacia la auténtica democracia... es ya un hecho incipiente. Estamos demostrando que es posible.
Así que, de entre las formas propias de los berriozartarras de celebrar el año nuevo, me quedo con la de subir andando a Ezkaba, porque significa empezar el año mirando al horizonte y recibiendo en la cara el cierzo frío que llega a nuestro pueblo desde las cimas nevadas del Pirineo. Es un acto simbólico del esfuerzo que estamos dispuestos a seguir realizando por Berriozar.
Convencido, por tanto, de que es necesario anhelar, pero también de que los
anhelos de un día no sirven para nada si no van acompañados de un trabajo intenso y una fe inquebrantable en lo que hacemos, quiero animar a nuestra gente a seguir creyendo en la capacidad política de NaBai y a labrar entre todos y todas el día a día político de Berriozar. Horrela bakarrik erran genezake, uste osoz, urte berri on.
Gora urte berria!
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