Ana Estepa
Conoce los secretos de las letras
que visten los poemas musicales
y vuela tan deprisa
a los cuentos eternos, que el viento del vestido
sorprende a las estrellas.
Se maneja en la danza de los velos
como un ángel volátil
y se instruye en el juego de los sabios
rendiéndose a sus pies las piezas de marfil
que habitan el tablero.
Ungida por los óleos que atrapan los besos,
perfumada de almizcle y vestida de seda
espera la señal, tras la puerta, temblando.
Transportada en sus pasos ante tanta belleza
se le nubla la vista.
Allí, entre almohadones
una enorme sonrisa de voz paralizante
por su nombre la llama:
_ Zahra...
...Caminó levitante
hacia las tibias manos que templaron las suyas.
Aquel hombre de hierro
se deshizo en su boca como un terrón de azúcar
y el miedo se esfumó
dando paso al placer recién hallado,
cuando su corazón abrió la puerta
a la dulce pulsión de las caricias
y al trepidante ritmo de los cuerpos, amantes.
Bendita Ana Estepa, qué perdida estás de Talbania y sus redes y sus luces del sur, pero qué bien escribes.
ResponderEliminarAquí te dejo mi felicitación y mis recuerdos